Como mi boca no podía besar tus labios, te fui timbrando el brazo con estampillas de papel, dejando mi marca pueril o
infantil en tu cuerpo, creando consciencia
de mi cariño y afecto.
Avancé hacia ti en el sueño, te tomé
la mano y el cuello, y entonces,
rebalsó la temporada de burbujas y se acabó el sueño.
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